En julio de 1937, se celebraba en Valencia –además de Barcelona, Madrid y París– el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, conocido popularmente como el Congreso de Escritores Antifascistas; en 2017 se ha celebrado en Valencia el “Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (1937), ochenta años después”.
Bajo la dirección académica de Manuel Aznar Soler, Catedrático de Literatura de la Universitat Autònoma de Barcelona y especialista en el Congreso de 1937 –responsable de haber exhumado centenares de documentos para reconstruir el día a día de aquel hito histórico en la historia intelectual de occidente–, y la coordinación de Salvador Broseta y Félix Vidal, un nutrido grupo de académicos de diversos lugares del mundo se ha reunido durante los días 20, 21, 22 y 23 de noviembre en la Sala Capitular del Centre del Carme Cultura Contemporània para presentar los resultados de sus investigaciones sobre los distintos aspectos y protagonistas de aquella reunión memorable de escritores.
Entre las distintas comunicaciones
presentadas, han tenido una singular relevancia las que han abordado el papel
trascendental de los escritores hispanoamericanos de 1937; muchas de esas
comunicaciones han sido presentadas por miembros de nuestro equipo de
investigación.
Niall Binns, de la Universidad Complutense de Madrid, reflexionó en su ponencia “Entre la mala conciencia y el deber: el escritor extranjero en el Congreso de 1937” sobre el sentimiento de culpa de muchos escritores hispanoamericanos al enfrentarse al hecho de que otros se estaban jugando la vida por luchar contra el fascismo. Un caso paradigmático fue el del chileno Alberto Romero, autor de España está un poco mal, que a su paso por Minglanilla se preguntó en qué consistía ser escritor.
Niall Binns, de la Universidad Complutense de Madrid, reflexionó en su ponencia “Entre la mala conciencia y el deber: el escritor extranjero en el Congreso de 1937” sobre el sentimiento de culpa de muchos escritores hispanoamericanos al enfrentarse al hecho de que otros se estaban jugando la vida por luchar contra el fascismo. Un caso paradigmático fue el del chileno Alberto Romero, autor de España está un poco mal, que a su paso por Minglanilla se preguntó en qué consistía ser escritor.
Bethania Guerra de Lemos, también de la Universidad Complutense de Madrid, hizo un repaso con su comunicación titulada “Iberia contra el fascismo: Jaime Cortesão y el impacto de la Guerra Civil española en el pensamiento lusófono” de la figura de este intelectual y de la huella de la guerra en un país como Brasil.
Adam Feinstein, autor de una biografía sobre Pablo Neruda de enorme impacto en el mundo anglosajón, habló sobre el poeta chileno en su intervención titulada “España y el congreso de Valencia: la crucial metamorfosis en la vida y poesía de Pablo Neruda”. Feinstein destacó la importancia crucial de la guerra de España en la transformación de Neruda, repasando los diversos hitos que fueron tramando una relación insoslayable entre el poeta y el país en guerra.
Congreso de 1937” se llamó la ponencia de Jesús Cano Reyes, de la Universidad Complutense de Madrid. El investigador reivindicó el papel de casi medio centenar de corresponsales hispanoamericanos en la Guerra Civil Española, y centró su intervención en la recepción del congreso en Hispanoamérica gracias a las crónicas de algunos de ellos: Alejandro Sux para Argentina, Juan Marinello para Cuba, Alberto Romero para Chile y Luis Antonio Cruz para Costa Rica, además de dedicar unas palabras a la mexicana Elena Garro.
El escritor Miguel Barnet, presidente de la UNEAC de Cuba, tituló su
intervención “Todos los caminos cubanos
conducen a Valencia”. Rememoró en ella vivencias personales junto a Alejo
Carpentier y Nicolás Guillén, además de deleitar al auditorio con sus recuerdos
del polémico Congreso celebrado en Valencia en 1987 como quincuagésimo
aniversario del primero, en el que el propio Barnet acompañó a Félix Pita
Rodríguez.
Nicolás
Guillén Hernández, nieto del poeta Nicolás Guillén y
presidente de su Fundación, dedicó su comunicación a la delegación cubana del
Congreso: “‘Corro hacia ti, muero por
ti’: cubanos en el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la
Cultura”. Buena parte de ella estuvo centrada, naturalmente, en la
trascendente figura de su abuelo, que visitó España junto a Juan Marinello y
permaneció en el país varios meses después del Congreso, escribiendo crónicas y
entrevista a personalidades de la República.
La ponencia de la profesora Olga Muñoz Carrasco, “La delegación peruana: César Vallejo y los
ausentes”, constituyó una lúcida reflexión sobre el pensamiento intelectual
de César Vallejo y su relación con España durante la guerra. Más allá de su
extraordinario poemario España, aparta de
mí este cáliz, Vallejo escribió varios textos en torno a la política
española. Además, Olga Muñoz ahondó en las causas que provocaron que no hubiera
otros intelectuales peruanos como delegados del congreso.
Matías Barchino, de la Universidad de Castilla-La Mancha, tituló
“De pronto en España: Amparo Mom” su
ponencia sobre esta escritora argentina, que viajó a España para asistir al
Congreso y reunirse con su esposo Raúl González Tuñón, que llevaba varios meses
en el país ejerciendo como corresponsal para La Nueva España. Barchino abordó la figura de esta mujer, obliterada
impúdicamente en favor de González Tuñón, haciendo un repaso de su trayectoria
intelectual.
Por último, tuvo la palabra la escritora Angelina Muñiz Huberman en su emocionante
conferencia de clausura, que dedicó a otro singular grupo de escritores:
aquellos que conformaron “La delegación
mexicana en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de
la Cultura de 1937”.
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