Han vuelto.
Con precisión de reloj, cada año, vuelven los vencejos a Madrid el 14 de abril.
Son pájaros republicanos. Ese 14 de abril de 1931, mientras Alfonso XIII abandonaba España, habrán estado chillando los vencejos por los cielos madrileños, eufóricos tras su llegada.
Escribió el poeta peruano Emilio Adolfo Westphalen:
Chillido desgarrante
Del vencejo
Más dañino
Que la hoja asesina
De su vuelo.
Pues sí. Allá habrán estado, recién llegados y chillando sobre Federico García Lorca en Barcelona, durante la última representación de La Barraca el 14 de abril de 1936. Allá habrán estado, también, sobre la España que recibía, asombrada, el 14 de abril de 2012, la noticia de que el rey Juan Carlos acababa de romperse la cadera mientras cazaba elefantes en Botswana.
"Look! They’re back! Look!" grita una voz emocionada del poema "Swifts" (vencejos) de Ted Hughes, emocionada porque los vencejos son los últimos en llegar, son la confirmación de que los grandes ciclos aún funcionan, la primavera está aquí, el verano no tardará en venir:
Catorce de abril. Cerezos en flor. Los vencejos
se materializan en la punta
de un largo chillido de aguja. “¡Mirad!
¡Han vuelto! ¡Mirad!” Y se han ido
en el agudo
exacto chillido de un patinazo
en torno a la casa y por ahí, bajo las cerezas. Se han ido.
De repente un parpadeo en la cumbre del cielo, tres o cuatro, juntos,
mosca-frágil en espiral, en busca cernida, atentos
al frío del aire – ¿han llegado, acaso, demasiado pronto? Con un impulso
reverencial a la izquierda, a la derecha, un parpadeo,
ladeados en resbalón, temblor de balanceo,
desapareciéndose de golpe
tras los olmos.
Lo han conseguido otra vez,
y quiere decir que aún funciona el orbe, la Creación
está todavía despertando refrescada, y el verano,
todo, todavía nos espera –
Y aquí están, aquí están de nuevo
en erupción por las piedras del patio,
terror de metralla en explosión. Boqueando como ranas,
con anteojos formula-1, gángsters internacionales –
un misil de chillidos, tres o cuatro de alambre
jineteándose uno sobre otro
en su montaña rusa rueda de la muerte.
Pasan de látigo, en flechas duramente plumadas,
giran en el duro aire, se propulsan por sobre el tejado,(He modificado el primer verso: "Fifteenth of May": a fin de cuentas, es un poema inglés...)
y otra vez se han ido. (...)
no me convence mucho esa modificación del primer verso, teniendo en cuenta que los vencejos llegan a Inglaterra en mayo.
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