"La revolución y la contrarrevolución mexicanas frente a las dos Españas", por Rodrigo Ruiz Velasco Barba

A CONTRACORRIENTE DEL GOBIERNO

La acción del gobierno mexicano y organizaciones aliadas a favor del frente popular distaron de representar el sentimiento general de la nación sobre lo que ocurría en España a partir de la rebelión cívico-militar del 18 de julio de 1936. La polarización entre las distintas fuerzas políticas y sociales tuvo nueva ocasión de manifestarse con los contrapuestos posicionamientos en torno a los sucesos acaecidos en la península ibérica. El trato que la prensa mexicana dio a los acontecimientos es una buena muestra de ello. La fractura en el seno de la sociedad mexicana, producto del radicalismo del gobierno cardenista y de la creciente oposición a las reformas, se reflejó en las posturas de la prensa. Entre los principales periódicos mexicanos, El Nacional, el órgano oficial del PNR, y a partir de 1938, El Popular, el diario de la CTM, destacaron por su posicionamiento a favor del frente popular español; en cambio, la "gran prensa libre" capitalina, la comercial, como El Universal y, sobre todo, Excélsior y su satélite Últimas Noticias, optaron por una cobertura ambivalente, o de plano escorada hacia los rebeldes.

José Vasconcelos durante su campaña
presidencial en 1929". Fuente: INEHRM
Como sucedió en la propia España, los intelectuales también se dividieron a favor de alguna de las coaliciones beligerantes. Gozan de mayor fama hasta hoy los partidarios del frente popular, entre los que descollaron, entre otros, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Vicente Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Daniel Cosío Villegas, Isidro Fabela, Carlos Pellicer o José Mancisidor. Sin embargo, los nacionales también tuvieron en México a muchos simpatizantes de fuste, como Jesús Guisa y Azevedo, Alfonso Junco, Carlos Pereyra, Nemesio García Naranjo y José Vasconcelos, por solo mencionar a algunos.

Dirigentes y militantes de la Acción Revolucionario
Mexicanista, conocidos como los dorados
La derecha secular, cuya punta de lanza, durante el período cardenista, fue la Acción Revolucionaria Mexicanista, o Los Dorados, reflejó sobre los acontecimientos españoles, y sus repercusiones en México, una preocupación que había sido recurrente en su trayectoria: la crítica a las olas de inmigrantes, vistas por ellos como cuerpos extraños e indeseables, sobre todo en el caso de los chinos y judíos, pero a partir de la guerra civil y del asilo otorgado por Cárdenas, también fue el caso de los refugiados españoles. La historiadora Alicia Gojman de Backal encontró volantes emanados de esta organización, donde se consideraba a los transterrados como las "avanzadas de esos comunistas" que "más tarde ordenarán la matanza de tus hermanos como en España…".

Esta organización de la oposición secular a Cárdenas, que compartía con la ARM el concurso de militares descontentos con lo que consideraban una desviación de la revolución mexicana, fue el Partido Nacional de Salvación Pública (PNSP).  Uno de sus líderes, Luis del Toro, publicó en junio de 1939 una carta abierta a Lázaro Cárdenas, haciendo suya la "verdadera, justa y ardiente indignación popular" que ha provocado la autorización "para que entren a México veinte mil comunistas de las derrotadas milicias españolas [sic], que ya empiezan a pisar nuestro suelo". Curiosamente, la hispanofobia heredada y cultivada por los revolucionarios trabajaba, en este discurso, contra la decisión del revolucionario Cárdenas a favor de los vencidos revolucionarios españoles: "Y es natural que el pueblo proteste y se irrite ante semejante inmigración: pues más bien que eso, parece ser la SEGUNDA CONQUISTA DE MÉXICO".
Manuel Gómez Morin, fundador del Partido
Acción Nacional en 1939". Fuente: INEHRM

En cuanto al PAN, e partido político de oposición al cardenismo, de inspiración religiosa pero no confesional, su fundación en el segundo semestre de 1939 imposibilitó que coincidiera con la guerra civil española. No obstante, uno de sus dos principales dirigentes, Manuel Gómez Morin, en los años previos, de gestación del partido, distó de simpatizar con la república española y, consecuentemente, con la política del gobierno mexicano en apoyo del frente popular español. En su pensamiento, se repitió esa idea recurrente que consistía en que España estaba siendo acechada por los comunistas. Su biógrafa, María Teresa Gómez Mont, afirma que Gómez Morin vio con malos ojos la intervención comunista en España, tras la que advirtió el peligro del imperialismo soviético. Si se examina su correspondencia con amigos e informantes en el extranjero, también se sigue que a Gómez Morin le indignó la propaganda pro-republicana en los Estados Unidos, que enfatizaba sólo las víctimas de un solo bando. Gómez Morin también responsabilizó a los gobiernos españoles de izquierda por la hecatombe guerra-civilista, al considerar que éstos hicieron de la república "el régimen más desastroso de asesinato, de cobardía, de infamias en todos sentidos, bajo el camuflaje de la democracia".

Fue sin duda la oposición religiosa al cardenismo quien se involucró más profundamente con lo que sucedía en la península ibérica. Naturalmente, la derecha católica coincidió con la secular a la hora de ver en el cardenismo una ofensiva pro-comunista asociada con sus amigos españoles, empeñados en recorrer un derrotero semejante. Pero, al margen del mero anticomunismo, la derecha religiosa, en cierta forma continuadora de la lucha cristera que en la década de los veinte había tenido su punto álgido, podía interpretar la guerra civil española como una guerra de religión similar a la que ella misma entabló en el pasado reciente, y que podía sopesar reanudar en un futuro próximo. Además del factor religioso, aunque inextricablemente mezclado con éste, como lo muestra el historiador Ricardo Pérez Montfort, la oposición católica al cardenismo, en especial, compartía un principio ideológico clave con los sublevados españoles: el hispanismo.

Salvador Abascal, encabezando un desfile
sinarquista". Fuente: Rodrigo Ruiz Velasco Barba,
"Salvador Abascal: el mexicano que desafió a la
Revolución", México, Rosa María Porrúa Ediciones, 2014.
El sinarquismo, el más magnético movimiento de oposición al cardenismo, católico hasta el tuétano, no ocultó su simpatía con el alzamiento nacional encabezado por el general Francisco Franco. Con ocasión de la conmemoración del Día de la Raza en noviembre de 1938, un artículo de la revista Sinarquismo, fundada en ese mismo año, daba rienda suelta a la exaltación hispanista cuando ya se olfateaba en la atmósfera la victoria de los nacionales. El artículo no sólo enaltecía a España, la Madre, a España, la heroica, a la conquistadora de almas, creadora de espiritualidad, domeñadora de destinos, también cargaba contra la hispanofobia y el indigenismo inoculado por los tiranuelos criollos que obedecían la consigna del imperialismo sajón: "Tal labor no es sino el producto del miedo a España, la que hoy da señales inequívocas de despertar de su letargo, salir de la penumbra y resurgir a la vida europea, no como segundona, sino reclamando el justo mayorazgo que le corresponde en la cultura y en la civilización". La prolongación de la guerra civil española tendría por soterrado designio impedir el renacimiento de España, para beneplácito de sajones y eslavos. El artículo concluía anunciando que "si Hispanoamérica quiere salvarse de una regresión a la barbarie (…) es preciso que forme al lado de España (…) no la rusófila y pervertida de Azaña, sino la única, la universal, la latina (…) sólo de ella puede llegarnos una clara orientación espiritual".

Estos párrafos conforman un fragmento del artículo "La revolución y la contrarrevolución mexicanas frente a las dos Españas", publicado en Francisco Javier Gómez (coord.), Cuadernos Americanos Francisco de Vitoria, Volumen 16, 2013, pp. 51-96.

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