"Nuestra madre España se debate en un dolor inmenso. Desde esta América, seguimos su lucha con un fervor tan hondo que no podemos llamarnos testigos, sino actores del drama que vive su pueblo"
En su libro La salvación de una
dictadura: Alianza Franco-Perón 1946-1955 (Madrid, CSIC, 1995, p. 153), Raanan
Rein comenta la solidaridad con la República Española mostrada por el joven
radical –y futuro Presidente– Arturo Frondizi, señalando en una nota a pie de página lo
siguiente: “En respuesta a un cuestionario del autor, Frondizi escribió el 21
de julio de 1989: ‘El Radicalismo tenía una posición franca frente al Régimen
Franquista y a favor de los Republicanos... Yo tuve una clara posición
antifranquista durante la Guerra Civil Española, y si bien no escribí nada al
respecto, la dejé bien claro en varios discursos'”.
Existe, sin embargo, un testimonio de Frondizi de la época. El 27 de julio de 1936, en el diario bonaerense La República, se inauguró una encuesta en torno a la recién empezada guerra española, bajo el título de "¿Hacia dónde va España? Encuesta de la República" y con la siguiente presentación:
La guerra civil que se ha desatado sobre la madre patria, provocada por la pasión y la ceguera de una minoría que quiere perpetuarse en el gobierno, ha obrado el milagro del resurgimiento del espíritu de libertad, que más fuerte que nunca se exterioriza en el pueblo, que está defendiendo con su sangre las conquistas de la democracia. Pero si bien la insurrección ha sido dominada, según la información del gobierno de Madrid, España vivirá todavía largos días de revueltas y de sangre antes de la pacificación. "¿Hacia dónde va España?" Este es el interrogante de más palpitante actualidad, y el que a cada momento se hacen en todos los ámbitos del mundo, los que siguen con angustia el desarrollo de los sucesos.
La República, vibrando al unísono de todos los que viven esta expectativa que se alarga un día y otro, ha iniciado una encuesta. En el afán de reflejar en sus páginas la opinión de las figuras de mayor relieve político e intelectual de nuestro país, y de espectables ciudadanos españoles que se encuentran en Buenos Aires, sin distinción de sectores ni de ideologías.
Durante las dos semanas siguientes, respondieron a la encuesta: Antonio Alonso, secretario general de la Federación de Sociedades Gallegas (Julio 28); el dirigente socialista Alfredo Palacios (Julio 29); el escritor Alberto Gerchunoff (Julio 30); el general profascista Francisco Fassola Castaño (Julio 31); el dirigente comunista Paulino González Alberdi, que contestó a la encuesta desde la cárcel de Villa Devoto (Agosto 2); el intelectual de la A.I.A.P.E. Isidro J. Odena (Agosto 3); el escritor trotskista Liborio Justo, hijo del presidente, el general Agustín P. Justo (Agosto 4); la dirigente obrera Cecilia Kamenetsky, desde la Cárcel Correccional de Mujeres (Agosto 5); el dirigente del Sindicato de la Construcción, también encarcelado, Guido Fioravanti (Agosto 8); y el dirigente obrero, recién llegado de la Unión Soviética, Victoriano Alonso (Agosto 10).
La respuesta de Frondizi ("Frondizzi", según el texto), a quien se presentaba en el texto como "auténtico representante de la juventud radical", fue en realidad una entrevista y se publicó el día 1 de agosto:
Cronista: ¿Qué impresión tiene usted de la guerra civil en España?
Dr.
Frondizi: Nuestra madre España se debate en un dolor inmenso. Desde esta América, seguimos su lucha con un fervor tan hondo que no podemos llamarnos testigos, sino actores del drama que vive su pueblo.
Cronista: ¿Cree en el triunfo del Frente Popular? En tal caso, ¿qué influencia ejercería la victoria del pueblo sobre los destinos políticos de la clase trabajadora argentina?
Dr.
Frondizi: No interesa pronosticar el triunfador. La lucha, en sí misma, tiene un significado trascendente para los que siguen los problemas sociales de la América con fervor de estudiosos y con pasión de militantes. No son dos fracciones políticas las que disputan. No son odios subalternos los que mueven a unos y a otros. Son dos sistemas los que se enfrentan para decidir el destino de una Nación. Ese destino que, seguramente, también será el nuestro. La libertad y la justicia, en manos del pueblo, frente a la violencia encarnada en las bayonetas de quienes jamás creyeron en la posibilidad de una república democrática.
Dr.
Frondizi: El objetivo central de la revuelta militar no es la monarquía. En su oportunidad la monarquía puede ser un medio, un instrumento para la finalidad que persiguen. Los jefes militares sublevados marchan directamente al establecimiento de una dictadura del privilegio, que anule no solo las libertad políticas, sino, especialmente, que arrase con la lenta tarea de liberación humana, que se estaba realizando bajo el signo de instituciones democráticas.
Dr.
Frondizi: La reacción puesta en armas ha sacado a España del cauce de la lenta transformación, para arrojarla al campo ardiente de una lucha, cuyas consecuencias no pueden preverse. Han sido rotos los muros que contenían el empuje revolucionario de las masas productoras. El pueblo en armas defiende en este momento al gobierno, porque el gobierno representa las exigencias de la hora. Hay que afrontar la revuelta. En eso están empeñados uno y otro.
Pero si lo consiguen -yo espero que sí- todo no habrá terminado en eso. No se habrá cumplido una finalidad, sino que se iniciará una tarea. El pueblo español estaba construyendo, dentro de los resortes legales. No han querido que continuara haciéndolo. Sin embargo, si el triunfo de las masas populares lo permite, entonces sí, los españoles podrán entregarse a una grande tarea de dignificación humana. Del ejemplo heroico que nos están dando en estos momentos, pasarían a ser un guía luminoso, para fijar nuestro propio derrotero.
Cronista: Nosotros deberíamos extraer consecuencias de este movimiento...
Dr.
Frondizi: Indudablemente. El drama de España debe servirnos de ejemplo a todos nosotros. Que cada uno deduzca sus propias consecuencias. El mundo vive en pleno fervor revolucionario. Cada uno debe tomar su puesto en el combate. Si no, el combate barrerá con él.
El privilegio está librando una batalla definitiva en el mundo entero. Hay que enfrentarlo a cara descubierta. No existe posibilidad de transacción. Es una lucha que debe terminar por el aniquilamiento de unos o de otros. Por ese motivo, cualquiera sea el resultado de las acciones que se libran en España, yo estoy seguro del triunfo definitivo de la libertad y de la justicia, en cuanto una y otra son atributos substanciales del espíritu humano.
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