“Me quedaré en
España, compañero”,
me dijiste con
gesto enamorado.
Y al fin sin tu
edificio tronante de guerrero
en la hierba de
España te has quedado.
Recita
el poema y habla atropelladamente, arrojando ráfagas de palabras repletas de
argot. Asere, dice, y sin detenerse
traduce: como si dijéramos tronco, tío. Guataquería,
dice, como si dijéramos hacer la pelota.
Jeva, dice, como si dijéramos mujer. Y muchos otros términos
descarnados que no requieren explicación: “Perdonen la crudeza, pero está a
tono con mi teatro”. Parte de su obra teatral, como El zapato Sucio (2000), Penumbra
en el noveno cuarto (2002) o Triángulo
(2003), se encuadra en lo que la crítica ha denominado Poesía de la Crudeza: “Porque
si uno vive en el idioma de Lorca, ¿qué literatura se puede hacer después que a
la vez sea teatral? Por eso es más original lo que yo he intentado con la
Poesía de la Crudeza; es decir, la poesía de la mala palabra cubana, el refrán,
el dicharacho, el bolero…”. Por otra parte, esta búsqueda de lo popular,
asumida siempre con una factura rigurosa, es el mejor homenaje a Lorca, a quien
cita con admiración rendida, igual que a Lope, como se puede apreciar en sus
obras (especialmente en Triángulo). Un
oído en la calle y otro en el Parnaso.
Tibia
mañana de marzo. Estamos con Amado del Pino (Tamarindo, Ciego de Ávila, Cuba,
1960) en el bar León de la Avenida Palomeras, en pleno corazón del madrileño
barrio de Vallecas: “Vallecas era tan sólo el campo cuando Maruja Mallo traía a
Miguel Hernández, ya era un pueblecito en La
estanquera de Vallecas, hoy es un barrio industrial como podría ser Alamar
en La Habana. Pero, ¿qué es Vallecas en verdad, profundamente?”. Hace seis años
que Amado vive entre España y Cuba: pasó casi cuatro años en Murcia y lleva
otros dos en Madrid, sobrevolando el Atlántico con frecuencia. Sin embargo, su
teatro dialoga siempre con su tierra natal. En septiembre de 2011 lo vimos en
La Habana para el estreno de su obra Cuatro
menos, que recibió el Premio Carlos Arniches de Alicante. El teatro Bertold
Brecht, situado en el barrio del Vedado, reventaba de gente, con espectadores
en el suelo y en las escaleras, viviendo la representación de manera visceral,
asintiendo, aplaudiendo, riendo nerviosamente. La obra es muy crítica y plantea
de manera abierta todas las cuestiones delicadas que complican la Cuba de hoy:
“Aunque cierta crítica lo ha considerado un defecto, Cuatro menos es, voluntariamente, la menos literaria de mis obras,
y la más ibseniana, cívica y periodística: hay observación de la realidad y
pronunciamiento sobre ella”.
No
obstante, sí hay mucho de España en una de sus obras, de brillante orfebrería
poética: Reino dividido gira en torno
a la Guerra Civil española y a la amistad que unió a Miguel Hernández y Pablo
de la Torriente Brau. Gracias a esta obra, estrenada en La Habana, Amado del
Pino cumplió el sueño de representar en España y en 2010 recorrió Orihuela,
Alicante, Granada, Sevilla, Linares y León, conmemorando así el centenario de
Miguel Hernández. “Hubo funciones preciosas, como la de Alicante, que coincidió
con los días del aniversario de la muerte de Miguel y estaba llena de gente hernandiana, o la de Linares, donde
gracias a Andrés Sorel, muy amigo de la cultura cubana, se celebró un evento de
tres días y, como clausura, en lugar de un discurso, fue la puesta en escena de
la obra. Eso fue muy lindo”. Amado rememora aquellos días y su gesto, risueño a
lo largo de todo el encuentro, es ahora radiante: “Un periodista me dijo una
vez que esta era la obra de Miguel Hernández que no se había escrito en España.
Sería pedante que yo dijera eso, cuando es tan sólo la humilde versión cubana”.
La
obra es el fruto de una investigación auspiciada por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau (y su director Víctor Casaus, gran especialista de Pablo
de la Torriente) y la Fundación Cultural Miguel Hernández, realizada por Amado del Pino
y Tania Cordero, periodista, gestora cultural y, además, su mujer. A partir de
los pocos datos conocidos sobre el encuentro entre ambos escritores, del Pino
fabula toda la historia: “La vida documentada de los encuentros entre Miguel
Hernández y Pablo de la Torriente cabe en un pliego. Ambos se conocen y Pablo
nombra a Miguel Comisario de Cultura. Cuando cae Pablo, que cae muy temprano,
en diciembre del 36 en Majadahonda, Miguel hace un extraordinario poema: la ‘Elegía
segunda’ (la primera había sido a la muerte de García Lorca): ‘Me quedaré en
España, compañero / me dijiste con gesto enamorado […] porque este es de los
muertos que crecen y se agrandan / aunque el tiempo devaste su gigante
esqueleto’. Después Miguel escribe una obra, Pastor de la muerte (para mi gusto no muy buena, como todas las de
Miguel, que es uno de los más grandes poetas de la lengua pero un dramaturgo
muy estático), donde a uno de los personajes, que es un trasunto de Pablo, lo
llama El Cubano. Eso es lo que hay documentado; el resto es mío, todo es
inventado”. Es precisamente un descubrimiento realizado durante la
investigación el detonante para escribir Reino
dividido: “No cabe duda de que la ‘Elegía a Ramón Sijé’ de Miguel Hernández
es una de las grandes elegías del idioma, junto a las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. Sin embargo, en
Orihuela descubro que Miguel y Ramón están peleados cuando este fallece. Miguel
pensaría: ‘Tengo veintitantos años y una vida entera para reconciliarme con él’,
pero de pronto su amigo se muere. Ahí hay un nivel dramático; cuando yo me
entero de que Sijé y Miguel están enfrentados por razones políticas, e incluso
religiosas, me digo: esta obra hay que escribirla”.
Además
de sus dos protagonistas indiscutibles, por la obra desfilan más de cuarenta
personajes, como Federico García Lorca, Pablo Neruda, Miguel Altolaguirre, José
María Chacón y Calvo, María Zambrano o Teté Casuso, la esposa de Pablo de la
Torriente, que fascina al dramaturgo: “Teté Casuso me interesaba mucho, pues
fue un personaje apasionante: poeta medio mala, porque es una especie de eco de
Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni, y al mismo tiempo chévere, pues es una de las primeras poetas feministas. Además,
ayuda a Fidel Castro en la expedición del Granma pero termina mal con la
Revolución. Cuando se escribe Reino dividido,
el nombre de Teté Casuso, que había sido la musa, la muchacha, la adoración de
Pablo de la Torriente Brau, no ha aparecido en un medio público cubano desde
hace treinta años”.
Paralelamente
a Reino dividido, cuyo texto está
editado por el Centro Pablo, Amado escribió a cuatro manos con Tania Cordero
una monografía, todavía inédita, titulada Los
amigos cubanos de Miguel Hernández, que analiza el papel de los cubanos en
el Congreso de Escritores Antifascistas de 1937 en Valencia, el de los oradores
(y los que no lo fueron) del homenaje a Miguel Hernández en La Habana en enero
de 1943, y la recepción de su obra en Cuba desde la Revolución. “Tania y yo
trabajamos en el libro mucho más que en la obra. Pero bueno, ahí está, sin
editor, esperando la lotería o mejores tiempos…”.
La
conversación se extiende, se bifurca, va y viene por numerosos temas, como el periodismo
(la otra profesión), el cine (la otra pasión) o su eterno retorno a la isla de
Cuba. “Sueño dormido y despierto con volver”. Y qué es lo que te retiene en
Madrid, le preguntamos. “El amor, ¿les parece poco?”, afirma travieso,
consciente de que está diciendo tan sólo una verdad a medias. Del Pino ha sido
jurado del Premio Tirso de Molina, ha impartido talleres de teatro y
conferencias en la Universidad Menéndez Pelayo y en la Universidad de Alicante.
Y, por supuesto, escribe.
Al
salir de la cafetería y caminar de regreso al metro por la Avenida de Buenos
Aires, nos encontramos a Tania Cordero. “Miren, por ahí viene mi mujer, no le
cuenten nada de lo que hemos hablado, no he dicho malas palabras, ¿verdad?”. Amado
el hombre y el dramaturgo del Pino: las dos caras de la misma moneda reluciente
entre Madrid y La Habana.
Realmente impacta, no ya la brutalidad de esta guerra, sino la propia divulgación de los medios de imagenes como estas...
ResponderEliminarFelices fiestas, sin olvidarnos de los que no están.