CARTAS DE AMOR Y PASIÓN REVOLUCIONARIA. ESPAÑA EN EL EPISTOLARIO DE NELA MARTÍNEZ Y JOAQUÍN GALLEGOS LARA


Una de las joyas del Archivo Martínez-Meriguet, coordinado en Quito por Nela Meriguet Martínez, es el epistolario entre dos de los más carismáticos intelectuales ecuatorianos del siglo XX: Nela Martínez Espinosa (1912-2004) y Joaquín Gallegos Lara (1909-1947). Ambos eran escritores que llegaron a su madurez en la turbulenta década de los treinta; ambos eran comunistas y lucharon por la revolución con una militancia cargada de pasión. Nela Martínez tenía 17 años cuando viajó con su madre a Guayaquil en los últimos
meses de 1930. Gallegos Lara, guayaquileño y paralítico de las dos piernas desde su infancia, ya era conocido entonces por el reciente éxito de Los que se van, el polémico libro de relatos firmado por él, Demetrio Aguilera-Malta y Enrique Gil Gilbert, que fue la obra prima del llamado "Grupo de Guayaquil".

En ese viaje a Guayaquil, Nela Martínez acudió al vibrante centro cultural en que se había convertido la casa de Gallegos Lara y una atracción inmediata los unió en una relación que su epistolario traza desde la primera carta de Gallegos Lara, firmada el 23 de noviembre de 1930, hasta la última, del 23 de junio de 1938. La pasión de los primeros años se amainó después de que se casaran en abril de 1934 y vivieran juntos durante seis meses en Guayaquil. En octubre de 1935, los dos residieron en Quito pero ya en casas distintas. En enero de 1938 firmaron el divorcio.

La pasión amorosa y la pasión revolucionaria se entrelazan en el epistolario -el suyo era un amor de compañeros en la militancia, de camaradas- y salta a la vista el protagonismo integral, insoslayable, que tenía la política en la vida íntima y cotidiana de los dos escritores. En este sentido, resulta impactante ver el ardor con el que vivieron lo que pasaba en España, desde la caída de la monarquía del 14 de abril de 1931 y los triunfos y crisis de la República durante los años siguientes, hasta la guerra civil desencadenada por la sublevación militar de Franco y otros generales en julio de 1936. Los numerosos homenajes dedicados a España, sobre todo durante los años de la guerra civil, muestran la importancia que tuvo la República para los intelectuales de Ecuador en general, pero las cartas que se enviaron Nela Martínez y Joaquín Gallegos Lara ofrecen un testimonio privilegiado, libre de las intenciones propagandísticas que solían acompañar los escritos "públicos" sobre la guerra.

En 1931, en una de sus primeras cartas a Gallegos Lara, Nela Martínez celebró el triunfo reciente de la República hablando de un reencuentro jubiloso con la España "humana gloriosa y libre":

España regresa. España viene a besar las indias fecundándolas. Tráenos en bendición de sus manos el arco de la alianza de sus ríos y nuestros ríos de sus cordilleras y nuestros andes. Unión que al fin es de la América bronceada de la América india con la España humana gloriosa y libre. Al saberlo yo cerré los ojos; mejor los prendí más intensos en las cumbres desparramándoles las burbujas de nuestra alegría en el dolor mayor de la raza.

Gallegos Lara, por su parte, en una carta en la que decía que "vamos aquí [en Guayaquil] a solemnizar la república española y voy a tener que 'arengar las masas'", vinculó el amor que compartían con el destino de la nueva España:

Camarada madre futura, camarada luz del camino, camarada revolucionaria, estremézcase tu ser: la luz ha brillado; una revolución se ha hecho; la libertad ha vencido. ¿Esta alegría no es de los dos, tú-yo, más que de nadie en el Ecuador? Pondremos nuestro amor bajo la luz de España libre. El oro del sol y la púrpura de la sangre, de la bandera, nos envuelven. El gozo, como un manzanilla cálido me sube a la garganta y me hace prorrumpir tu nombre y me sube a la cabeza y me marea empujándome hacia ti. A tu lado debería estar hoy. Tengo sed de verte. Y qué largo se me hace el tiempo!

Con el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, España volvería a concentrar la mirada de los intelectuales de Ecuador. Gallegos Lara y Atanasio Viteri, en su editorial para el primer número de la revista quiteña Base, escribieron en marzo de ese año que "hoy, España es la Comuna de Asturias, es el Frente Popular triunfante, es la quema de las iglesias y el comienzo de la toma de la tierra por los campesinos. España es el más hermoso horizonte de Europa, envuelto en el rojo amanecer soviético". Nela Martínez, por su parte, anotó en el margen de su agenda: "De enero a marzo de 1936 sólo España nos está alumbrando la esperanza".

La guerra civil estremeció a intelectuales en toda Hispanoamérica, pero en pocos lugares con tanta intensidad como en los combativos círculos de los escritores y artistas de Ecuador. El 21 de septiembre de 1936, mientras ambos vivían en Quito, "Joaco" celebró la capacidad de reclutamiento de "Nela" y se declaraba "encantado de que seas tan hombre y tan nuestro, tan camarada". "Mañana", decía, "combatirás en las Milicias Rojas. Viva España Revolucionaria. ¡Vivan los muchachos bravos!"; y pocos días después, angustiado y con dolor de cabeza al no recibir respuesta de su carta anterior, señalaba en una posdata que adjuntaba en el sobre algunas revistas y periódicos -entre ellas, España Libre, editada en Guayaquil por Alfredo Pareja Diez-Canseco y Pedro Jorge Vera- y añadía: "Ahora sí que me duele la cabeza al pensar en España, más todavía. La situación es muy grave para la república".

En sus insistentes cartas de esos meses, Gallegos Lara hablaba de "esta distancia enorme que la ausencia pone" -la separación entre Guayaquil, adonde había vuelto a vivir, y Quito- y no dejaba de comentar los acontecimientos españoles. El 5 de octubre, enviaba a su "Ñaña, negrita querida" el último número de la revista bonaerense Claridad y algunos periódicos, entre ellos el Frente Popular de Guayaquil, "por los que verá que aunque grave la situación no es desesperada en España".

Nela Martínez, en Quito, seguía el desarrollo de la guerra civil con la misma pasión. Hablaba de la "tensión nerviosa tremenda", el miedo y la desesperanza que sentía desde la toma de Toledo por "estos perros fascistas" a finales de septiembre de 1936. En una carta fechada el 1 de enero de 1937, reaccionó con espanto ante la noticia falsa de la muerte de Dolores Ibárruri: "Leo que la Pasionaria ha muerto. No sé cómo decirte la angustia que me ha causado la noticia. Sufro al pensarlo. Ha caído ella. Tenemos que vengarla. Maldito, fascismo. ¡Que este año sea nuestra revolución!". En otra carta comentaba que tenía imágenes de la Pasionaria y del marxista peruano José Carlos Mariátegui colgadas en las paredes de su "cuartito".

Durante 1937, la temática española sigue presente en las cartas que se enviaban. A partir de mayo de ese año, después de meses de persecución de la izquierda y censura de los diarios por el dictador Federico Páez, el poeta Abel Romeo Castillo reflotó la Página Literaria del diario guayaquileño El Telégrafo, para la cual Gallegos Lara se convertiría en un asiduo colaborador.

En relación con los primeros números de esta nueva etapa de la Página, Martínez opinó desde Quito que "la página debe transformarse en algo más serio" y pedía más contenido político y que se convirtiera en "algo más inmediatamente útil". Por eso, celebró el hecho de que "Abel Romeo quier[a] que haya algo sobre la guerra española y la democracia" y a propósito comentó dos textos sobre la muerte de Federico García Lorca: el emotivo y muy divulgado discurso de Pablo Neruda, pronunciado en enero de 1937, y una charla de Hugo Byron a la que había asistido en Quito. Ésta, afirmaba, "no estaba del todo mala", pero "qué falta de emoción y qué ausencia de rebeldía al hablar sobre la muerte del poeta. Cómo se veía que él hablaba en culto y no en sincero y menos en rebelde frente al salvaje atentado contra lo más popular y hermoso de España, contra su poesía". Lorca, por supuesto, se había convertido en el intelectual mártir de la guerra civil, y Martínez añadía una petición: "Dime en Guayaquil no existe en alguna librería el Romancero?".

Gallegos Lara, evidentemente, consiguió ese ejemplar del Romancero gitano, porque ella le escribiría en otra carta de la "inmensa alegría" que tuvo al recibir el libro, y comentaría -alabando a su marido distanciado con la que debía de haber sido, en esos años, la más favorable de las comparaciones- que "yo admiro comprendiendo la poesía de García Lorca tanto como admiro y comprendo tu prosa, sabiendo que yo jamás podré realizar nada semejante"; y luego, cuando en julio de 1937 Gallegos Lara escribió sobre Abel Romeo Castillo (un antiguo amigo de Lorca, que trajo de España la forma del romance y la adaptó al contexto guayaquileño) en la Página Literaria, Martínez celebraría el hecho: "Joaco: no puedo escribirte sino muy a prisa, pues ha pasado enferma en estos últimos días y hoy es un poquito tarde. Quiero decirte solamente que me ha alegrado enormemente tu artículo sobre Abel Romeo. Está retebueno como dirían en España según Aguilera".

Sería curioso saber la fecha exacta de esta carta. Demetrio Aguilera-Malta, después de vivir en zona republicana durante el primer año de la guerra, desembarcó en Guayaquil el 14 de agosto de 1937. ¿Se había carteado con Nela Martínez desde España? ¿Coincidió con ella en Quito después de su llegada? Lo cierto es que hay una carta de Gallegos Lara, otra vez sin fecha exacta pero que debe de ser de finales de agosto o septiembre, en la que promete que "te voy a escribir, aunque recibas esta y me comuniques una dirección segura, una carta consagrada a contarte las impresiones personales de Aguilera, quien ha regresado de España. Hay mucho que referir al respecto". ¡Qué estupendo sería contar con esa carta! Quizá en ella, si llegó a escribirse, Gallegos Lara haya hablado a Martínez de su encuentro con Aguilera y de la expresión "retebueno".

En los primeros años de la República y de su relación con Nela Martínez, Joaquín Gallegos Lara escribió que "pondremos nuestro amor bajo la luz de España libre". A partir de abril de 1937, lenta pero inexorablemente, la República iría perdiendo terreno y sucumbiendo a los avances de los ejércitos de Franco; la luz de la España libre se iría paulatinamente apagando. Sin embargo, aun cuando Martínez ya había pedido el divorcio, España seguía uniendo a los dos, aunque fuese ahora con "el afecto fraternal de siempre". En otra carta sin fecha, probablemente de finales de 1937, que firma "Nela" con un "hasta prontito, pequeño", pergeña los únicos versos suyos sobre España que se conocen:

Ah, España. "Nos está ajustando las sienes su recuerdo, nos está quemando los labios su nombre..." Así principié un poema a España que talvez no lo he de concluir nunca. Yo no espero que dios sino los asturianos castiguen...

Las metáforas de dolor físico hablan nítidamente de la intensidad con la que en Ecuador se vivió y se sufrió la guerra de España. Como si fuese en carne propia. Porque España se había convertido, en cinco o seis años de vida republicana, en un modelo y en un espejo. En España se estaba construyendo un mundo nuevo; en España se estaba castigando al fascismo. El triunfo de la República sería -habría sido- un triunfo de Ecuador. Su derrota, por supuesto, fue vivida por Nela Martínez, por Joaquín Gallegos Lara, y por casi todos los intelectuales ecuatorianos, como una derrota propia.

Gracias a Nela Meriguet Martínez por permitirnos el acceso al "Fondo epistolario entre Nela Martínez Espinosa y Joaquín Gallegos Lara" del Archivo Martínez-Meriguet.

Comentarios

  1. Quiero felicitarte por la grandeza del proyecto, del que estaré muy pendiente.
    Un fuerte y solidario abrazo
    Carlos Morales
    Ed. El toro de barro.

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