Montenegro, Campesino y el fantasma de Pablo

Carlos Montenegro, Tres meses con las fuerzas de choque (División Campesino), Sevilla, Espuela de Plata, 2006.

Algunos escritores pasan su vida encerrados en la torre de marfil, sin más aventuras que las que relatan los libros en los anaqueles de su biblioteca. Otros, en cambio, son protagonistas de avatares biográficos trepidantes, como es el caso del escritor cubano Carlos Montenegro (1900-1981). Marinero en su adolescencia, recorre los mares y los bajos fondos, hasta que en 1919 mata a un hombre a navajazos en el puerto de La Habana y es condenado a catorce años, ocho meses y un día de prisión. En la cárcel comienza a escribir los primeros cuentos y llegan los reconocimientos en forma de publicaciones y premios. Pronto se corre la voz en La Habana de que hay un gran escritor encerrado en prisión y el mundo intelectual pide el indulto. Montenegro recibe visitas, de entre las cuales conocerá a su esposa, la escritora Emma Pérez-Téllez, con la que contrae matrimonio cuando aún es un recluso. Finalmente, es indultado y se afilia al Partido Comunista. Como corresponsal de la revista Mediodía, viaja a España entre noviembre de 1937 y marzo de 1938. Una vez más, la experiencia española será una de las piedras angulares del itinerario vital e ideológico de un escritor de la primera mitad del siglo XX.

Además de sus crónicas, Carlos Montenegro es autor de dos obras sobre la Guerra Civil española, recogidas en la edición de Espuela de Plata por Jorge Domingo Cuadriello. “Aviones sobre el pueblo (Relato de la Guerra en España)” es un cuento escrito en Cuba antes de partir. El texto, una ficción de unas pocas páginas sobre un zapatero que pierde a su hija y a sus nietos en un bombardeo, pretende conmover al lector con el objetivo de denunciar la política de no intervención, sobre la que incide varias veces, mostrando a un pueblo indefenso frente a unos aviones despersonalizados.

No obstante, su gran obra es Tres meses con las fuerzas de choque (División Campesino), testimonio publicado a su regreso a Cuba en 1938, probablemente reelaborado a partir de las crónicas enviadas a Mediodía. Comienza con una reflexión personal sobre el desarrollo de la guerra y pasa después al relato de los hechos: la llegada a España, la alabanza de la heroica Madrid (“un corazón de acero cuyos latidos fueran el estampido del cañón”), la descripción de los cubanos que va encontrando a lo largo de su periplo o la batalla del frente de Teruel. Destaca la última parte, la más extensa, que contiene un diario de guerra con el Campesino y el Ejército Popular: Montenegro describe las batallas, las estrategias, la muerte de Alberto Candón.

Como un fantasma a lo largo de todo el libro, sobresale la figura mítica de Pablo de la Torriente Brau, muerto un año antes en Majadahonda bajo el mando del mismo Campesino. Montenegro va siguiendo sus pasos, escuchando elogios hacia su compatriota de parte de todo aquel que lo conoció. El Campesino dirá de él:

Es el mejor extranjero que ha venido a España. Si no lo hubieran matado, todo estaría muy distinto. Se me plantaba delante y me decía las verdades; se las decía a cualquiera… ¡Yo tuve la culpa! […] Pero tuvo que ser. Nos estaban dando duro, por todos los sitios, y tuve que decirle: ‘Coge tú el batallón’… No teníamos a nadie aún; es como el que tiene que tirar con balas de oro.

Aunque es posible que desde un punto de vista literario no alcance las cotas de brillantez de otros textos de su género, Tres meses con las fuerzas de choque constituye sin duda uno de los testimonios más valiosos de los escritores hispanoamericanos que viajaron a la Guerra Civil española.


Comentarios

  1. interesante labor de investigación, gracias por los conocimientos!!!

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  2. Sin salirme del tema, he buscado datos sobre la vida de Carlos Montenegro y ésta es interesante -me recuerda un poco a la de Jean Genet. Y para quien esté interesado, hay obras suyas en la web Cubaliteraria, y gratis. En cuanto a su crónica bélica, espero que pronto esté en todas las bibliotecas de España. Y en Internet, cómo no.

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