El poeta y periodista argentino Pablo Suero, crítico teatral del diario bonaerense Noticias gráficas, se hizo amigo de Federico García Lorca durante la estancia rioplatense del granadino en 1933 y 1934. Viajó a España a finales de 1935 como corresponsal encargado de escribir los las elecciones presidenciales de febrero de 1936. Se entrevistó no sólo con políticos –Azaña, Largo Caballero, Gil Robles, Calvo Sotelo, Luis Jiménez de Asúa, José Antonio Primo de Rivera, Indalecio Prieto y Dolores Ibárruri– sino también con figuras destacadas de la intelectualidad española, entre ellos Benavente, Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna, los hermanos Machado, Pío Baroja y Rafael Alberti.
El libro España levanta el puño, publicado en los primeros meses de 1937, recuperó los retratos y crónicas enviados a Argentina un año antes pero añadió también –en los capítulos dedicados a José Bergamín y a su amigo Lorca– comentarios sobre la guerra civil que había 
destruido para siempre la tensa convivencia que Suero conoció en España. Como reconstrucción de un momento fascinante de la historia de España, el libro es una joya. En 1937, fue leído, inevitablemente, como el retrato de un país a punto de ser devastado por la guerra. El subtítulo es inequívoco –“Palabras al borde del abismo”– y el prólogo original, escrito por el narrador Enrique González Tuñón, lo señalaba con fervorosa intensidad: “Aquí tenéis a España en vísperas del alumbramiento extraordinario. Aquí tenéis a España, la que levanta el puño y avanza, y lo deja caer, y sigue avanzando a través de las cortinas de fuego, la pólvora y la metralla mercenaria; avanzando siempre, camino del alba, sobre las ciudades muertas y los pueblos muertos; sobre lo que queda de la muerte”. Esta nueva edición reproduce el prólogo de González Tuñón e incorpora un prefacio de Andrés Soria Olmedo.
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