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Las huellas del “Romancero gitano” en la poesía puertorriqueña del ‘30
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Aníbal Salazar Anglada |
Más allá de las elucubraciones posibilistas que revelan lo cerca que pudo haber estado Lorca de visitar Puerto Rico, meros entretenimientos de historiador que, no obstante, arrojan datos interesantes, lo cierto es que la presencia (aunque no física) de Lorca en la isla estaba muy viva hacia final de la década de 1920, como demuestran varios hechos. En su imprescindible libro Lorca en la lírica puertorriqueña (1981), Juan Antonio Rodríguez Pagán examina la influencia del andaluz en la poesía puertorriqueña desde finales de los 20 hasta comienzos de los 40, con un aporte de datos interesantes, amén del análisis comparativo de los textos del poeta español y los de sus prosélitos puertorriqueños. Sobre todo, en un primer momento de entusiasmo lorquiano, es sin duda el Romancero gitano (1928) el libro que marca mayormente a algunos poetas isleños, que enseguida se afilian a la forma popular del romance como cauce expresivo de las cosas propias (lo íntimo y familiar, el paisaje local):
Inicialmente, de García Lorca se conocen sus romances. El puertorriqueño de aquellos días –la década del treinta– se relaciona primero con su producción poética, limitado ese conocimiento casi en su totalidad al Romancero gitano (1928), a pesar de que había publicado Impresiones y paisajes (1918) –en prosa–, Libro de poemas (1918), su obra inicial en verso, la Oda a Salvador Dalí (1926), Canciones (1927), La Oda al Santísimo Sacramento (1928) y mantenía inéditos Poema del cante jondo (1921) y Primeras canciones (1922). A lo que habría que sumarse las composiciones que fueron apareciendo desde 1919 en las revistas que difundieron los integrantes de la generación del ’27, sus incursiones en el género dramático, sus conferencias, sus dibujos, su condición de músico y folklorista…
De entre los poetas puertorriqueños, es el bayamonés Francisco Manrique Cabrera el más lorquiano de los poetas del 30. Su poema “Romance meñique”, considerado como uno de los más representativos de la influencia del Romancero gitano en la poesía culta puertorriqueña, lleva inscrito en su título un guiño al grupo Meñique, del que forman parte, además del propio Cabrera, los entonces jóvenes graduandos de la UPR Margot Arce –madrina del grupo–, José Buitrago, Manuel Negrón, Juan E. Geigel, José M. Lázaro, Gustavo Agrait, entre otros. El tono lorquiano del poema es bien visible: “Por el ojo de una aguja / se escapa la madrugada, / y la naranja del cielo / cada vez está más agria”, aunque la culminación del romance a lo Lorca llegará con su libro Rumbo en flor, de 1933, en el que se incluye el “Romance meñique”. Este aparece publicado originalmente en el número 11 de Índice, del 13 de febrero de 1930, así como, en este mismo año, en la citada revista Athenea de los graduandos. En la Historia de la literatura puertorriqueña de Francisco Manrique Cabrera, editada originalmente en 1956 por Las Americas Publishing Co. de Nueva York, puede leerse: “FRANCISCO MANRIQUE CABRERA (1908-1978), primero en acusar la llegada de García Lorca a Puerto Rico con el Romance meñique aparecido en Índice y recogido en su temprano libro Rumbo en flor”.
Otro poeta en la estela del Romancero gitano, cuyos textos cita y analiza con detalle Rodríguez Pagán en su monografía, es Joaquín López López, quien en 1934 publica A plena lumbre (romances y otros poemas), y en 1939 Romancero de la luna. En sus notas introductorias a este último libro, Enrique A. Laguerre señala un segundo momento en la poesía de Joaquín López, tras un periodo entre romántico y modernista. Ese segundo momento, que se inicia hacia 1930, en opinión de Laguerre está marcado por el Romancero gitano:
Hacía
unos años que se hablaba mucho de García Lorca y sus romances. El romance ha
sido siempre la forma poética más popular en la lengua española, como que es
hija del pueblo y a veces el pueblo habla en romance. Cada vez que surge un
movimiento literario, el romance viene a ser el centro de atención. ¿Recordáis
los romances del Duque de Rivas durante el romanticismo? En el movimiento de
postguerra surgió García Lorca. Su Romancero
gitano fue un acontecimiento.
Joaquín comenzó muy lorquiano, pero luego encontró su modo. Cuando él comenzó, muchos otros poetas jóvenes escribieron romances, pero nadie persistió como Joaquín.
Entre
esos “muchos otros poetas [que] escribieron romances” cabría citar, por su
incursión en la poesía romanceril, a Carmelina Vizcarrondo, a Cesáreo
Rosa-Nieves, a Diego Marrero. No era baladí, pues, que la “Invitación al viaje
antillano” que escribe Lavandero a Lorca tomase la forma del romance. Lorca
estaba en el ambiente, se respiraba en el aire de la isla.
Ahora bien, ¿cómo penetra el Romancero gitano en Puerto Rico? (...)
El asesinato de Lorca en la prensa puertorriqueña y la reacción de los intelectuales
Precisamente
fueron estas y otras actividades en apoyo al Frente Popular –sus
artículos en la prensa de izquierdas, sus locuciones radiofónicas–
las que, en buena parte, condujeron al escritor granadino a su fatal y
prematuro encuentro con la muerte. Sin embargo, en su detallado relato de los
hechos, Ian Gibson señala otras causas que, sin perder como telón de
fondo la cuestión política, tienen que ver con rencillas entre familias
principales enemistadas en aquella Granada de los años 30. Apresado en casa de
la familia Rosales en medio de un gran despliegue militar y llevado al Gobierno
civil de Granada por fuerzas de Falange y la CEDA (Confederación Española de
Derechas Autónomas), Federico García Lorca es fusilado cerca del barranco de
Víznar, en Fuente Grande, en la madrugada del 18 de agosto, justo un mes
después de comenzada la guerra.
Por
supuesto, del lado del ejército rebelde en Andalucía, comandado por el
sanguinario general Queipo de Llano, se tratará de negar, y luego manipular,
por medio de burdas argucias, la noticia del asesinato de Lorca, de modo que
hasta pasadas unas semanas no se tendrá certeza de la noticia. En su
documentado libro Puerto Rico y la Guerra
civil española. Prensa
y testimonios, 1936-1939 (2009),
el investigador Luis A. Ferrao estudia el modo en que el crimen de Lorca fue
recogido por la prensa puertorriqueña.
Así, por ejemplo, el diario El Mundo,
el de mayor tirada en la isla, se hará eco el 22 de agosto de una falsa noticia
(un caso de “fake news” avant la lettre,
lo que se ha denominado comúnmente “propaganda”) en que se decía que el Premio
Nobel Jacinto Benavente, los hermanos Álvarez Quintero y Muñoz Seca, todos
ellos dramaturgos de fama en España, habían sido fusilados por los “rojos”.
Pero no solo El Mundo, también el
periódico La Democracia, de distinto
signo ideológico, recogerá a dos columnas la noticia. El comunicado de estos presuntos hechos apareció publicado
originariamente en el diario sevillano El
Correo de Andalucía el 19 de agosto de 1936. Al día siguiente, en las
páginas del mismo diario, volvería a insistirse en el relato de los sucesos.
Por si fuera poco, ese mismo día 20, Queipo de Llano difundió la noticia en su
habitual soflama de la noche a través de los micrófonos de Unión Radio de
Sevilla. “La aparición en El Correo de
Andalucía, periódico controlado por Queipo de Llano, de la falsa noticia de
la muerte de los cuatro dramaturgos, y en tal fecha, fue con toda probabilidad
un ejercicio de propaganda para desviar la atención del crimen que se acaba de
cometer en Granada”, especula Gibson. Pero, como relata Ferrao, da la casualidad de que en el mismo día en que estalló la guerra en
Barcelona, Benavente se hallaba en el Hotel Colón, el mismo en que se hospedaba
un importante empresario puertorriqueño, Juan E. Serrallés, quien había
planificado para el domingo 19 de julio un encuentro entre el Nobel y un grupo
de maestras puertorriqueñas, que desde luego no se pudo celebrar. Pero lo que
sí está documentado es que Benavente se trasladó con Serrallés al Hotel Regina,
donde se encontraba el grupo de señoras. El
Mundo y La Democracia se vieron
obligados a rectificar, y desde las páginas de La Correspondencia, Augusto Cueto apuntaba a que la noticia no era
sino una “invención canallesca” de alguna agencia de información.
En su análisis de los
titulares y noticias publicados en aquellos días convulsos y confusos, Ferrao
advierte del distinto tratamiento que recibe, en las páginas de El Mundo, la noticia del asesinato de
Lorca: “La dirección de El Mundo
reaccionó de manera claramente distinta cuando le tocó informar del asesinato
del autor del Romancero Gitano: en su
tercera página, a una sola columna, con tipo de letra y foto más pequeña, se
citaron dos partes de Prensa Unida que, apoyándose en el periódico madrileño El Liberal y en refugiados llegados de
Granada, indicaban que el poeta granadino había sido fusilado por un piquete de
soldados fascistas”. “Federico García Lorca fusilado”, reza el
titular. Una parte de la información que contiene el cuerpo de la noticia,
proveniente de Prensa Unida de Murcia, y que toma como fuente el diario El Liberal, menciona también el fusilamiento del cuñado de Lorca, Manuel
Fernández-Montesinos, alcalde socialista de Granada. Aunque en la noticia
aparecida el 10 de septiembre, el rotativo de Romualdo Real no escatimaría en
señalar que Lorca “fue asesinado por los fascistas”, lo cierto es que, en las
semanas siguientes, tanto El Mundo como
su semanario, Puerto Rico Ilustrado,
deslizarían en sus páginas noticias confusas que disfrazaban la realidad de los
hechos. Así, en el homenaje particular que brinda a Lorca Puerto Rico Ilustrado el 10 de octubre de 1936, y que incluye una
selección de poemas del Romancero gitano,
puede leerse en una columna informativa, ilustrada con una foto del escritor
desaparecido: “Ofrecemos aquí a los lectores de Puerto Rico Ilustrado varios poemas del gran poeta español Federico
García Lorca –otra de las víctimas de la actual revolución que pone crespones de
luto en los hogares de España y acerbos dolores en el corazón de la Raza.
García Lorca murió recientemente en Granada en un tumulto popular”.
Uno de los primeros intelectuales puertorriqueños en alzar la voz para denunciar el crimen fue Alfredo Margenat, quien publica el 21 de septiembre de 1936 un durísimo artículo en El País de San Juan, titulado “García Lorca: mártir de la España democrática”. Merece la pena, pese a su extensión, reproducir el párrafo que sigue:
García Lorca no
pertenecía a ninguna facción del Frente Popular. Pertenecía al Frente Popular
del pensamiento, de la lírica, de la ensoñación, al cual no pueden pertenecer
los fascistas porque más cómodo es para ellos ponerse un par de botas
claveteadas que rimar al son lunar una endecha sahumada de melancolía y
nostalgia. Pero con todo y eso, García Lorca fue acribillado a balazos por una
partida de desalmados. Los que en Puerto Rico, sin distinción de sexo, lo han
imitado, no han dicho hasta la hora de ahora esta boca es mía. Han guardado un
silencio funerario, cómplice, despreciable. Y eso que creíamos que se
levantaría en la ínsula de todo nuestro cariño una ola de indignación contra la
salvajada mayúscula cometida por los cavernícolas reaccionarios que amamantan
los traficantes del honor y la vergüenza. Ni una palabra se ha oído. Nada en
absoluto. […]
Toda la Prensa mundial –desde luego, no la Prensa sujeta a la mordaza fachista– ha lamentado la muerte del inconmensurable García Lorca. Se han publicado elogios sobre su personalidad. Su poética ha sido enfocada emocionalmente. Aquí ni papa se ha dicho. Cualquiera se figuraría que el Gran Federico pasó a Ultratumba como un golfo cualquiera, como un pobre diablo, –todo corazón– enlistado a las milicias populares.
Cabe
decir que la Colonia Española en Puerto Rico, que, agrupada alrededor de entidades
de rancio abolengo como el Casino Español y Casa de España, tenía un enorme
peso en el comercio y era propietaria de los principales medios de comunicación,
estaba posicionada mayormente del lado de los militares rebeldes, con la
complicidad de la Iglesia católica puertorriqueña. Existió en la isla una
agrupación falangista filial de la Falange Española que tuvo sus propias
revistas, verdaderos órganos de propaganda de las ideas fascistas, como la
revista Avance en San Juan o Cara al Sol en Ponce, amén de otras como
La Nueva España y Los Quijotes.
Sin embargo, si bien no de forma inmediata, frente al silencio cómplice de una
buena parte de la sociedad puertorriqueña, los intelectuales puertorriqueños,
en especial la comunidad académica riopiedrense, rendirá un sincero homenaje a
su poeta admirado, Federico García Lorca. En los números 7-8 de Brújula, correspondientes a
julio-diciembre de 1936, se dedica, en la sección “Poetas españoles”, una
página entera a poemas de Lorca: “Verlaine”, “Paisajes”, “El lagarto está
llorando”, “Canción tonta” y “Cancioncilla sevillana”. Es la ofrenda póstuma al
poeta, que para entonces –el número doble 7-8 se
cierra en diciembre de 1936– ya había sido
asesinado en Granada, tomada la ciudad por el ejército rebelde de Franco. En
una sentida nota al pie de los poemas –página 208–,
puede leerse: “La noticia de la muerte de Federico García Lorca en la horrorosa
tragedia de España está oficialmente confirmada y parece segura. Brújula, que tanto admira al poeta de Romancero gitano y Bodas de sangre, lamenta la irreparable pérdida que sufre nuestra
poesía contemporánea”. Brújula era,
como se ha señalado, la revista del Círculo de Maestros de Español de Puerto
Rico.
En los fondos bibliográficos del Seminario Federico de Onís, en el archivo perteneciente a la obra del poeta Ferdinand R. Cestero, se halla, entre los textos inéditos, un poema dedicado a la muerte de Lorca, titulado “Requiem”, con dedicatoria “A Federico García Lorca”. Si bien el texto no está fechado, todo indica que debió de ser compuesto poco después de que se supiese la noticia del asesinato del poeta granadino en septiembre de 1936. El poema, a tono con la influencia romántica que se aprecia en la poesía de Cestero, posee un inequívoco aire becqueriano:
Murió el poeta; y en el hondo
arcano
de su Lira, prismática y canora,
parece que revive, y que se
enflora
el ritmo de su verso sevillano.
Murió el poeta; y al morir
temprano
cual ave herida, por crueldad
traidora,
las Musas gimen, porque todo llora
la eterna ausencia del cantor
gitano.
Murió el poeta; y al caer inerte,
bajo el filo cortante de la
muerte,
se oye un leve sollozo entre las
parras.
Por él, llora el clavel de
Andalucía;
la Pandereta, calla y la alegría,
y enmudecen, de duelo, las Guitarras.
En
los últimos meses de 1936, pero sobre todo a lo largo de 1937 y 1938, los
homenajes a Lorca, los colectivos y los particulares, se sucederán, mientras el
mundo entero llora la pérdida del poeta. En Puerto
Rico Ilustrado, pese a sus reticencias a dar cobertura al asesinato de
Lorca y a su posición del lado del ejército rebelde comandado por Franco,
aparece el 31 de octubre de 1936 un poema de Colón Echavarría dedicado a la
muerte del granadino: “Romance de la niña que llora la muerte de García Lorca”.
El tono melancólico, fúnebre, preside esta composición en la que, como anuncia
el título, la protagonista del poema es una niña compungida que llora la muerte
del poeta: “¿A qué viene esa tristeza / a tu alma azul, exquisita, / como si
malas noticias /te dieran de algún poeta? […] Los rosales de mi alma / en esta
noche, marchitos / lloran su dolor. Silencio / que ya su lira no canta”. Por
esta misma fecha, en El Imparcial aparece
el siguiente titular: “Sociedades españolas protestan por la muerte de Federico
García Lorca” (14 de octubre de 1936), donde, a partir de un artículo
del madrileño diario El Sol, se habla
de las manifestaciones protagonizadas por la Asociación de Amigos de la Unión
Soviética y por los integrantes del Teatro La Barraca.
De 1936 es el poema de Francisco Manrique Cabrera a la muerte de Lorca, firmado en San Juan en diciembre y publicado poco tiempo después en el número homenaje al poeta granadino que en enero de 1937 le brinda la revista Verdades, del que hablaré enseguida. El poema de Cabrera lleva por título “Breve canción de muerte grande” –probablemente un guiño al poema de Lorca “Canción de la muerte pequeña”, del libro Tierra y Luna–, y dice así:
Por
el alma de la Alhambra
vaga
un pájaro sin trinos
con
un nudo en la garganta.
¡Viudez
llorarán las cuerdas
del
alma madre gitana!
FEDERICO
GARCÍA LORCA
frío
de carne y palabras:
bestiales
balas fascistas
le
troncharon la garganta.
¡Ay,
dolor
que
se fue en pleno abril!
Así
sufrieron las aguas
nobles
del Guadalquivir.
La
mítica luna grande,
la
roja luna gitana,
¡qué
dirá!
Los
puñales que no fueron
y
las fuertes jacas negras
¡qué
dirán!
¡FEDERICO
GARCÍA LORCA
frío
de carne y palabras!
Pájaro,
diles a tus trinos
que
si vuelven a Granada
digan
la verdad del crimen
por
cielo, luz, tierra y agua.
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