Reseña de Jesús Cano Reyes, "La imaginación incendiada. Corresponsales hispanoamericanos en la guerra civil española"; y Bobby Deglané, "Crónicas de la guerra civil española" (ed. de Jesús Cano Reyes)

Esta reseña de Niall Binns se ha publicado en Revista Chilena de Literatura (nº 101, mayo de 2020)

Profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Cano Reyes se adentró por primera vez en el estudio del impacto de la guerra de España en Chile cuando colaboró con Matías Barchino en la edición del enciclopédico Chile y la guerra civil española. La voz de los intelectuales (2013). Ahora, en su estudio monográfico La imaginación incendiada. Corresponsales hispanoamericanos en la guerra civil española, se ha propuesto la recuperación de un género largamente marginado por la crítica –el de la crónica– para explorar las "relaciones promiscuas" entre la literatura y el periodismo en el contexto de la más literaria de las guerras del siglo XX y para recuperar una "zona olvidada" de la producción de autores reconocidos como figuras centrales del canon como Nicolás GuillénAlejo Carpentier y Raúl González Tuñón. Atento al maniqueísmo y a la implicación sentimental propios de autores que escribían desde el escenario bélico, Cano Reyes ha hurgado en diarios y revistas de toda Hispanoamérica en busca también de corresponsales menos conocidos y ofrece en su libro un análisis de de la obra de cuarenta y tres corresponsales.

De ellos, siete son chilenos. Luis Enrique Délano, mientras trabajaba en el consulado en Madrid con Neruda, desatendió sus labores de corresponsal para El Mercurio, pero después de abandonar la ciudad hacia finales de noviembre de 1936 comenzó a escribir las crónicas de su vivencia testimonial que se publicarían al año siguiente en la prensa chilena y en su libro Cuatro meses de guerra civil en Madrid.

El diario Frente Popular se vanaglorió del prestigio de su corresponsal estrella, Vicente Huidobro, y en cierto momento anunció –equivocadamente–, en una noticia del 1 de julio de 1937 titulada "¡Combatiente!", que este se había alistado en el Ejército Popular. Al final, a pesar de las numerosas entrevistas y ensayos que publicó durante y después de su estancia en España, la labor de cronista del poeta se redujo a un solitario texto, "Triunfo de la República es seguro y próximo, dice Vicente Huidobro en su correspondencia en España", firmado el 11 de junio pero publicado el 28 de julio de 1937, y en el que contaba, de manera un tanto improbable, que había aprovechado la escala de su barco en Gibraltar para infiltrarse en territorio franquista.

Un tercer corresponsal, el comunista Salvador Ocampo, viajó a España en representación de la Confederación de Trabajadores de Chile y en las cuatro crónicas sobre su viaje publicadas en Frente Popular durante 1938 denunció el bombardeo de escuelas por parte de los aviones alemanes e italianos de Franco, celebró el estoicismo de los madrileños que no se dejaban amedrentar por el lanzamiento de obuses sobre su ciudad y narró sus encuentros con Enrique Líster (“¡Yo conocí al coronel Líster!”) y con el general "José Miaja, defensor de Madrid".

El más diestro de los corresponsales chilenos en zona republicana sería, sin embargo, Juvencio Valle, corresponsal de guerra de Ercilla (...).

El séptimo de los corresponsales chilenos era Bobby Deglané.

Es probable que el nombre de Roberto Deglané Portocarrero (Iquique, 1905-Madrid, 1983) resulte desconocido para la mayoría de los lectores chilenos. A alguno, tal vez, le recuerde vagamente los párrafos de Confieso que he vivido en que abordó Neruda el comienzo de la guerra de España y la muerte de Federico García Lorca. Con esas palabras de Neruda, precisamente, inicia Cano Reyes su extensa introducción al libro Crónicas de la guerra civil española, "La voz apasionada de Bobby Deglané": 

"Todo empezó para mí la noche del 19 de julio. Un chileno simpático y aventurero, llamado Bobby Deglané, era empresario de catch-as-catch-can en el gran Circo Price de Madrid. Le manifesté mis reservas sobre la seriedad de ese 'deporte', y él me convenció de que fuera al circo, junto con García Lorca, a verificar la autenticidad del espectáculo. Convencí a Federico y quedamos en encontrarnos allí a una hora convenida. Pasaríamos el rato viendo las truculencias del Troglodita Enmascarado, del Estrangulador Abisinio y del Orangután Siniestro".

Lorca, sin embargo, no acudió a la cita. Andaba ya "camino de su muerte" en Granada (Deglané, Crónicas 7-8). 

Para un lector español de cierta edad, en cambio, el nombre de este chileno de madre sevillana, que se hacía llamar "Bobby" y llegó por primera vez a Madrid en 1934, es el de uno de los más célebres locutores de radio de la época franquista, fundador y protagonista de programas sumamente exitosos como Cabalgata fin de semana y Carrusel deportivo (1954). Sus crónicas de la guerra, publicadas originalmente en el semanario Fotos de San Sebastián y olvidadas hasta el presente, son el fruto de un joven singularmente intrépido, que como fotógrafo y aspirante a escritor se atrevió a pisar las trincheras franquistas a lo largo y ancho de España en busca de historias e imágenes que expondría con un dramatismo cuya intensidad fue alcanzada por muy pocos corresponsales de la época.


(para leer la reseña completa, véase Revista Chilena de Literatura)


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