"'Luto y duelo entre jazmines’: homenajes peruanos a Federico García Lorca", por Olga Muñoz Carrasco

Federico García Lorca
La reacción de los intelectuales peruanos a la muerte de Federico García Lorca puede seguirse en la prensa del momento, tanto en la oficial como en la clandestina. Además, fueron numerosos los homenajes literarios escritos en memoria del andaluz: textos en prosa, poemas o cartas denunciaron el cruel asesinato y, a menudo, manifestaron sin reservas el apoyo del Perú a la causa republicana, fuertemente silenciado por la dictadura del momento.


No tuviste tu muerte, la que a ti te tocaba
Rafael Alberti

Quizá por esa certeza de que Federico García Lorca no tuvo la muerte que le correspondía, las reacciones ante su desaparición se tiñeron en los primeros días de una perpleja incredulidad. La noticia de su asesinato –su difusión y tratamiento– puso al descubierto las tensiones políticas que articulaban la vida cultural de un país como el Perú, sumido en su propia violencia desde que el general Óscar R. Benavides decidiera permanecer en el poder tras la anulación de las elecciones de octubre de 1936. Establecida pues una dictadura que se
General Óscar R. Benavides
prolongaría hasta 1939, con un militar en la presidencia que presentaba grandes afinidades con Francisco Franco, la respuesta de la prensa y de los intelectuales peruanos a la muerte del poeta granadino registra, ilustra y condensa la complejidad de la posición del Perú con respecto a la guerra civil española.

La mayoría de los periódicos limeños, casi desde el inicio del conflicto, optaron por apoyar abiertamente al bando nacionalista. El Comercio, La Prensa y La Crónica, entre otros, se situaron como adalides de la causa franquista; publicaciones como El Universal o El Callao mantuvieron una postura más templada, si bien la única excepción reseñable la encontramos en el Excelsior. De hecho, es en sus páginas donde encontramos una de las escasas denuncias no clandestinas de la barbarie cometida:
Desgraciadamente la noticia no ha sido desmentida. No ha ocurrido como con el mediocre Muñoz Seca, Benavente y otros. García Lorca ha caído ante el plomo de los fascistas y moros que luchan contra el pueblo español. Las circunstancias de este asesinato lo hace [sic] más sentido. El poeta hispano había viajado a Granada a visitar a su madre. (“Federico García Lorca”, Excelsior, 17 de septiembre de 1936).

Estas líneas dan cuenta de un fenómeno que pudo constatarse con cierta frecuencia en los periódicos del momento: la confusión generada con motivo de la publicación de rumores que alertaban del riesgo que corrían ciertos intelectuales españoles, situación producida –según insinuaba la prensa oficial– por la desbocada y terrorífica acción de los rojos. Los grandes periódicos peruanos se limitaron, cuando lo hicieron, a informar de la supuesta muerte del reconocido poeta español; pero la información quedaba a menudo diluida en el aluvión de detalles escabrosos que a diario se ofrecían sobre las brutalidades perpetradas por el bando republicano.


“Ardiente era su voz”
Manuel Moreno Jimeno
Emilio Adolfo Westphalen
César Moro
Los escritores peruanos que se mostraron afines a la República española, amenazados por la censura, expulsados del país o encarcelados como consecuencia de la persecución política desatada por el gobierno de Benavides, solo pudieron alzar su queja por la muerte de Lorca desde la clandestinidad o el exilio. De ahí que las protestas más enfurecidas se recogieran en CADRE (Comité Amigo de los Defensores de la República Española), la revista clandestina que editaron Manuel Moreno Jimeno, César Moro y Emilio Adolfo Westphalen y por cuya publicación sufrieron prisión y deportación: 
CADRE
La prensa reaccionaria del Perú continuamente ha llenado sus columnas con las más absurdas y falsas noticias sobre la guerra civil en España. Día a día nos informaba truculentamente de los mentidos fusilamientos de “eminencias” intelectuales por las tropas del gobierno, noticias que regularmente eran desmentidas los días siguientes. Pero aún más impúdica y desvergonzada ha sido su actitud ante el fusilamiento en Granada, ampliamente confirmado y por nadie desmentido, del poeta Federico García Lorca por las tropas mercenarias moras y de la legión extranjera. El hecho ha querido ser restado de toda importancia. Entonces no se emplearon los grandes titulares y no hubo ninguna exclamación de sorpresa o protesta. Aun la difamación llegó al extremo de publicar las declaraciones de [José] González Marín, un infame declamador de feria que, en su afán de halago al periódico más civil de Lima, “insinuó” que tal vez el fusilamiento sería más bien obra de las tropas leales al gobierno español. Verdaderamente es lamentable que semejantes hechos no hayan encontrado ningún eco en el medio intelectual del Perú, que no se levante ninguna protesta y que permita que aquel despreciable individuo, después de sus cobardes declaraciones, no solamente actúe ante el público de Lima, sino que tenga la desvergüenza de valerse para ello del mismo García Lorca. (“El asesinato”). (...)
Para seguir leyendo, véase el artículo "'Luto y duelo entre jazmines'...", en la revista LETRAL, nº 10 (junio de 2013), páginas 61-73.



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