“Llevo en mi carne la mordedura de la metralla fascista”. Centenario del nacimiento del brigadista ecuatoriano Carlos Guevara Moreno

El único testimonio directo que hemos encontrado de los ecuatorianos que lucharon en defensa de la República es el de Carlos Guevara Moreno (1911-1974), uno de los personajes más complejos y fascinantes de la política ecuatoriana del siglo XX, que nació hace cien años cerca de la ciudad de Riobamba.

Guevara Moreno se dejó contagiar muy pronto por el espíritu de militancia que había marcado a los intelectuales ecuatorianos desde la Revolución Juliana de 1925 y la fundación del Partido Socialista en 1926. Llegó a ser expulsado de la Universidad de Guayaquil por su militancia izquierdista y no fue admitido -por los mismos motivos- en la Universidad Central de Quito. Con los estudios abortados en su país natal, a comienzos de los años treinta Guevara Moreno fue enviado por su padre a París, donde estudió ciencias en la Sorbona y frecuentó al escritor André Maurois y al intelectual comunista Paul Vaillant-Couturier. Allí conoció, también, al futuro presidente José María Velasco Ibarra y realizó prácticas como radiólogo en el hospital Saint Antoine. Cuando estalló la guerra civil en España, viajó con su esposa alemana al frente de Madrid y fue nombrado teniente de la sección de laboratorios analíticos. Después de ser operado en una pierna por una herida que recibió en Guadalajara, según Rodolfo Pérez Pimentel, "tuvo un fuerte altercado con un general de nacionalidad rusa que ordenó su inmediato arresto y enjuiciamiento; todo indicaba que iba a ser fusilado por desobediencia, pero sus amigos lograron hacerlo huir a Irún, en la frontera con Francia, donde se unió a su familia, que se había adelantado".

Carlos Guevara Moreno llegó a la celebridad en un multitudinario "Homenaje a España Leal" de febrero de 1938, que logró congregar en la Plaza Armas de Quito a intelectuales, a los partidos políticos de izquierda y a los sindicatos. El acto empezó con el himno ecuatoriano y hubo discursos de dos grandes escritores -el poeta Gonzalo Escudero y el novelista Pablo Palacio-, pero el plato fuerte fue el testimonio de Guevara Moreno, que contó sus vivencias en el frente madrileño de la Ciudad Universitaria y su experiencia en Guadalajara como teniente del 10º batallón de la XIV Brigada Internacional, la "Marsellesa", y celebró con fervor la confluencia solidaria de brigadistas que llegaban a España desde todas partes del mundo:

Del corazón mismo de las democracias, partió un grito unánime de fraternidad hacia el pueblo mártir. De todos los rincones del globo afluyen los socorros, y con tal intensidad, que va a tejerse alrededor de nuestra España una red de voluntades tendidas, de anhelos desgarradores: ¡el mundo se hace escudo, se hace lanza y se hace cántico al servicio del ideal!...

Los voluntarios del primer momento organizan el primer núcleo de las Brigadas Internacionales. Día a día se ven desfilar por los puertos leales las escuadras cerradas de los cruzados de la democracia. Verdaderos voluntarios de la libertad, son un reto varonil contra las tiranías. Los hay rubios, los hay negros, hablan todas las lenguas del universo, representan todas las clases sociales y todas las confesiones. Lord Churchill [el sobrino de Churchill, Esmond Romilly] se codea con el obrero londinense; Ludwig Renn, el gran escritor internacional, es capitán de un batallón de voluntarios alemanes; Guido Picelli, el poeta antifascista italiano cae en Madrid con el pecho atravesado, mezclando su sangre con la del humilde obrero francés.

Llevo en mi carne la mordedura de la metralla fascista. He pagado la deuda de la estirpe, tengo pues derecho a gritar ante el mundo que se asesina a España. En el barro, en el hambre y en el frío he comulgado con católicos, con protestantes, con marxistas, con liberales. Todos sentíamos aullar en nuestra materia la protesta animal contra la demencia humana. ¿Son hombres los que pueden pulverizar hospitales?... ¿Son hombres los que esparcen por los aires los miembros destrozados de los niños madrileños?...

Las palabras que inician esta último párrafo se hicieron leyenda. Rodolfo Pérez Pimentel ha descrito el histrionismo del momento: "entreabriéndose la camisa y enseñando el pecho lanzó su célebre frase 'Llevo en mi carne la mordedura de la metralla fascista' que provocó un verdadero estallido emocional en el auditorio. Era joven, idealista, recién llegado de la barbarie de Europa, simpático, dicharachero, buen mozo y enamorador, usaba boina, finas camisas de cuello volteado -modelo tortuga- traídas de París y gustaba que le trataran de doctor".

Para algunos de sus coetáneos, Guevara Moreno era un mitómano. El ensayista guayaquileño Leopoldo Benites Vinueza contaría en una entrevista con Carlos Calderón Chico que nunca creyó esa historia de su antiguo compañero Guevara Moreno como "héroe antifascista": "He ido a Quito con Carlos Guevara; como no teníamos fortuna, nos hospedamos en un hotel de segunda clase, tenía una sola habitación, y no le he visto ninguna herida y por eso alguna vez lo llamé 'Héroe sin herida', no recuerdo la primera parte de la frase, pero era eso, y tan es así que Guevara se convirtió muy pronto en el hombre que crea un partido semifascista o fascista que persiguió duramente a la gente de izquierda".

En efecto, en 1944, después de ser nombrado Ministro de Gobierno por Velasco Ibarra, Guevara Moreno puso en marcha una persecución de la izquierda sin mayores escrúpulos ni respeto por la ley. El poeta Jorge Enrique Adoum, que sufriría las maquinaciones de Guevara Moreno cuando éste fue nombrado en 1946 embajador de Ecuador en Chile, hablaba sin duda desde el rencor en el discurso "La República Democrática Española", que leyó el día 14 de abril de 1950 (19 años después de la instauración de la Segunda República en España) en el Salón Máximo de la Universidad Central de Quito. Al hablar de la guerra civil, Adoum recordó la presencia de intelectuales americanos en esa "inmolación de la cultura" -citando a Pablo Neruda, César Vallejo, Nicolás Guillén y Langston Hughes-, y luego añadió con sorna: "No me refiero a ciertos 'doctores' en aventura, a aquellos desertores del regimiento de Líster, que se han orgullecido de que 'la metralla fascista ha mordido su carne', con extrañas mordeduras invisibles, y que sólo han servido para que traten de establecer su minúsculo fascismo del 'momento'".

Los odios suscitados en la izquierda por el "apóstata" Guevara Moreno, que se convertiría con los años en un caudillo populista a la cabeza de su partido C.F.P. (Concentración de Fuerzas Populares), fundado en 1949, llevaron sin duda a la incredulidad generalizada ante su pasado izquierdista. Pero no es extraño. Al fin y al cabo, Guevara Moreno no sería el único brigadista que se alejara radicalmente del comunismo -y a veces de la izquierda en general- después de la guerra civil, para reescribirla a posteriori en versiones negativas, distorsionadas por el resentimiento (sin ir más lejos, un puñado de intelectuales: el alemán Gustav Regler, los ingleses Humphrey Slater y Laurie Lee, el estadounidense Louis Fischer). Esto no empequeñece el valor de estos voluntarios de la libertad, que lucharon con las armas y con la pluma en contra del fascismo y a favor de un mundo más justo que cada uno de ellos entreveía encarnado en la República española.

Comentarios

  1. Muy ponderado y adecuado a la controvertida biografía de la persona. También yo creo que su evolución tras la Guerra Civil no invalida su etapa como combatiente. Aunque no fuese su caso, fueron muchas las personas a las que la metralla fascista mordió.
    También en la Transición española hubo personas que lucharon contra la dictadura pero que después se pasaron a servir a una democracia que aún no ha roto con el pasado fascista. Pero ésa es otra historia.

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